Hemos vuelto a Sariñena para hacer una convivencia de tres días escasos pero llenos de alegría, oración y fraternidad.
He aquí el testimonio de nuestro paseo por La Laguna de Sariñena, donde hemos visto algunas aves maravillosas, los ratos de juegos nocturnos, la barbacoa a pesar del fresco aún invernal, la misa con la comunidad parroquial…
¡Ved qué bueno es, qué grato convivir los hermanos unidos..! (Salmo 133,1)