Tras una buena preparación, todo estaba a punto. La comunidad ha venido a la celebración en esta tarde de sábado y hemos tenido un precioso concierto de cantos africanos a cargo del grupo de los Focolares. Luego hemos bajado a los locales y cada uno había sido asignado a un grupo: los africanos comían mandioca y agua sucia, los orientales arroz y los occidentales una comida opípara. Como no lo habíamos explicado, la gente ha comenzado a protestar, por lo que hemos podido explicar que, en el fondo, esto ocurre todos los días, sólo que no lo vemos de una forma tan clara. Al final, claro está, hemos compartido todos la fiesta y la comida, signo de ese mundo que queremos construir.
Los que se ha sacado de la venta de artesanía y de donativos va a ir a ayudar a una misión de Kenia.